Papá y yo
Papá y yo*
Compartíamos sin lugar a dudas el fútbol. Con el tiempo me
di cuenta que era pasional. Sus análisis y sus seleccionados imaginarios, a lo
que todo hincha juega armar. El equipo de sus sueños. Eran más que nada por
pasión. Si eran jugadores que habían jugado en el club del que éramos hinchas
tenían un plus para estar en su selección. También y sobre todo la pasión más
importante que compartíamos, casi solo entre nosotros dos, era ver películas
juntos.
Me contó como trabajó vendiendo chocolates y helados en el
cine, pasaba en los cortes, o cuando había matinée, entre películas. Casi no
cobraba por hacerlo, solo que podía ver todas las películas que daban en el
cine del pueblo. Trabajó en el cine Atlántico, donde muchos años después,
íbamos con mis amigos a ver los estrenos en verano. Y en invierno sobre todo
pasaban películas viejas o estrenadas en verano. Quizás por eso el cine a pesar
de ser casi la única salida para chicos en inverno, no iba tanta gente. Los
cines terminaron cerrando. Y nuestra pasión se vio amenazada.
Con el tiempo pasamos por el video club, el me dejaba elegir
al menos una. Estaba convencido que ya me había “estudiado” al guionista,
director y algunas de las actrices y actores. Muy errado no estaba. Pasamos del
vhs al dvd, casi sin notarlo. También vino la tv por cable. Películas piratas,
bajar películas. Todo nos permitía tener de vez en cuando alguna para
compartir.
Con el tiempo me fui del pueblo. Cuando venía de visita,
había una salida, al menos una, en la que íbamos al cine. Sin dudarlo. Podíamos planear todo tipo de
salidas. Pero una al cine era sin dudarlo la más importante.
Elegíamos casi naturalmente la trasnoche, el me dejo desde
chico a ver las películas junto con él. Creo que ahora que se los cuento me doy
cuenta. Le hacía compañía. Por circunstancias de la vida, y será para otro
momento. Él no tenía la presencia de su papá. Quizás ahora me doy cuenta que
compartir conmigo, era también poder hacerlo de alguna manera con el suyo.
Llegó a conocer las nuevas plataformas de cine por internet.
Una maravilla. No quería aprender a hacerlo solo, por eso esperaba que vaya en
mis vacaciones o en esas escapadas de fin de semanas largos, a que veamos
juntos los estrenos.
Me contaba sus favoritas, le gustaban las de acción, las de
intriga, y las que implicaban grandes actuaciones, ahí sin importar
género. Confiaba en mi gusto, y que iba
a tenerlo en cuenta a la hora de elegir. También vimos cine independiente. No
solo el comercial. Todo era posible.
Aunque hoy recordaba, la película que me hizo acordar todo
fue una que no va a quedar en la historia del cine. Es una secuela que
esperábamos y que no logró su cometido, no había pasado la primer parte que ya
todo el mundo estaba hablando durante la proyección.
Estaba haciendo la cola en el cine con mis amigos,
tendríamos 11 o 12 años. Ansiosos, era un estreno. Ya habíamos comprado
pochoclos, algunas golosinas y gaseosas. Antes de ingresar, paso caminando mi
papá. Se acercó. No sabía que iba al cine. Me preguntó qué película era. Vio el
afiche de La Historia Sin Fin 2. Y me dice que quería él también venir. Así que
trate de convencerlo, ya que por un lado quería ir solo con mis amigos y por el
otro él no había visto la historia sin fin 1. Él se sentó junto a mí. Me hizo
algunos comentarios sobre la película, yo intentaba darle algo de información
de lo que había sido la anterior.
No recuerdo nada de esa película. Solo recuerdo que él quiso
venir conmigo. Y que era nuestra pasión juntos.
Hoy, hago lo mismo con mis hijas e hijo. Trato de ver alguna que otra película con ellos. Los dejo elegir. Es la mejor historia sin fin.
* Cuento escrito para el Segundo Mundial de Escritura organizado por Santiago Lach



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