Trasvasamiento: ataque certero al fin de la historia


Como un breve cuento chino, los partidos políticos han muerto. Su fin, el centro de su mal, fue el envejecimiento de las fuerzas políticas por falta de evolución, uno de los males de la organización política antigua, y actual.
Al basarse en hombres y en caudillos, así como envejecían, envejecía el partido. Como ellos no iban detrás de una doctrina que pudiera palparse y practicarse racional y conscientemente, los organismos partidarios envejecieron con sus hombres.
Como ellos no dejaban entrar a las nuevas generaciones a compartir con ellos la responsabilidad de los puestos públicos, los hombres que valían fueron apartándose para dedicarse a otra cosa.
Al final del cuento dice que la cosa pública quedó en las peores manos, en hombres lúgubres, con un pensamiento marchito, único, fatal para el hombre, su sociedad y su corazón.
El trasvasamiento generacional no existió en los últimos 20 años, crisis económicas como epicentro del deterioro del sueño de nuestros próceres que decantaron en excusas, y más excusas, en un no-proyecto de país.
La falta de un espacio de intercambio de ideas, enseñanzas, donde lograr ese trasvasamiento provoca el retiro del hombre de la arena política. Y por ende la muerte de la historia.
El desafío del siglo XXI, en estos albores también de nuestro bicentenario, es conquistar el espacio público para todos, para las ideas de todos, y así crear historia y darle fin a este cuento chino que nos han sabido enseñar.

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